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Qué ver en el norte de Israel

Nos quedaban dos días para conocer Israel, asi que decidimos dirigirnos hacia el norte. Teniamos claro que queriamos ver Cesarea y Akko (Acre) el resto no teniamos expectativas (menos mal)

¿Qué ver en el norte de Israel?

Nos dirigimos hacia Cesarea evitando las autopistas o autovías, aunque no siempre es posible porque esta zona de Israel cuenta con una red de carreteras francamente buena.

Ruinas romanas de Cesarea

Las ruinas romanas de Cesarea son muy interesantes, desde luego después de haber recorrido Jerash, Cesarea se convierte en un paseo corto y tranquilo en medio de un parque temático. Digo esto porque en realidad todo en Cesarea está pensado en ese sentido, el centro de lo que fue ciudad romana es hoy en día una gran plaza con hoteles, bares, restaurantes, zonas de juego, espectáculos varios . Y  es un lugar de recreo muy popular entre los israelís, porque está atestado de familias con niños y de grupos de personas que van a pasar allí el día. Todo muy bullicioso y familiar. Aquí tenéis más información sobre qué ver en el yacimiento de Cesarea.

Ruinas romanas de Cesarea

Mosaicos magníficos, los baños romanos muy bien conservados, el hipódromo… el mar acompañando siempre. Todo ello dentro de unas murallas medievales. Nos pareció que la visita y el precio por entrar 42 shekels (10€) habían merecido la inversión en tiempo y dinero, pero, francamente, nos pareció un poco Disney el asunto.

hipodromo romano de cesarea israel

En cambio, ya fuera del yacimiento y gratuito, a unos pocos kilómetros, están los restos del acueducto romano, impresiona no tanto el acueducto porque el tramo conservado no es muy extenso, sino por su situación. Actualmente el acueducto está metido en la playa, de hecho, sirve de parapeto a las dunas y, esta vez sí, se puede sentir otro aire muy diferente al de Cesarea. Se aparca prácticamente junto al acueducto y no se haya muy concurrido, no parece ser un punto de atracción para los locales como sí lo es el foro (centro comercial) de Cesarea.

Breve parada en Haifa

A medio camino entre Cesarea y Acre (Akko) paramos para conocer Haifa, se ubica a los pies del Monte Carmelo y se extiende ladera arriba. Es  una ciudad construida por niveles y cuenta con un magnífico puerto comercial. Se la conoce como la capital del norte (270 mil habitantes) y es la tercera ciudad más grande de Israel después de Jerusalén (unos 700 mil habitantes) y Tel-Aviv (unos 370 mil habitantes). Lo más destacable son las panorámicas desde la cima del monte Carmelo y recorrer (estaban cerrados cuando llegamos) los jardines de Bahaí, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, estos majestuosos jardines escalonados coronan la ladera del Monte Carmelo. No es mala idea dedicarle una parada a Haifa.

jardines de Haifa, Israel

Ciudad fortificada de Acre (Akko)

Acre, histórica y monumental, uno de los destinos imperdibles en Israel, una de las ciudades con más historia de Israel, a la altura de Jerusalén, según nuestra opinión. Han pasado por aquí griegos, romanos, bizantinos, árabes, cristianos… un cruce de civilizaciones que dejan huella sobre huella acumuladas en la historia y en las sensaciones.

mujeres mulsumanas en Akko

De hecho, hay mucho de común en los países de la ribera mediterránea, mucho compartido, mucho similar, mucha mezcla entre occidente y oriente, entre lo moderno y lo ancestral. Sí, de esas similitudes hablábamos cuando dejábamos el coche en el centro de Akko, en el edificio donde habíamos alquilado una habitación. Una habitación en algo parecido a una pensión familiar, una familia palestina, claro está, que vivían y convivían con total naturalidad con nuestra presencia. Una habitación que nos acercó todavía más a una manera de ser, de vivir, de sentir y de ofrecerse al recién llegado que no ha dejado de sorprendernos gratamente. 

akko (Acre) Israel

Hospitalidad Palestina

El casco histórico es netamente musulmán y, por tanto, netamente palestino, se nota y mucho. El último bastión de los templarios en tierra Santa, el último reducto de una cristiandad que dejaba atrás la época de las cruzadas y de los cruzados. De ellos queda aún el llamado túnel de los templarios.

Akko (en la voz de sus habitantes) es apasionante en todos los sentidos. Estamos en Ramadán y será al anochecer cuando seremos testigos directos de la vida intramuros de la ciudad. 

Hay muchas cosas que ver en Akko y todas están al alcance de un paseo tranquilo donde la atención a cuanto te rodea y la observación de los modos de vida es el mejor consejo que puede ofrecerse al visitante: La fortaleza, la mezquita Al-Jezzar, el bazar turco, las murallas, de día, al atardecer y, sobre todo, de noche. Es otro mundo muy distinto, pero nada distante.

Balcón con mujer en Akko (Acre) Isreal

Seguimos de Ramadan

Después de cenar en la plaza junto al hotel, la más animada y concurrida, nos dedicamos a pasear Akko durante la noche porque la tenue iluminación de sus callejas y callejones son una invitación ineludible para nosotros.

Durante la cena pudimos disfrutar de un ambiente distendido y festivo una vez que, tras la puesta de sol, se levantan las restricciones del Ramadán. Eso sí, en mitad de la cena sonó la llamada del almuecín para el rezo y todas las personas quedaron en silencio, también nosotros, los restaurantes y terrazas suspendieron la música. Únicamente después de escuchar los rezos que se extendían por el aire como una advertencia, comenzó de nuevo la algarabía de cuantos estábamos en las terrazas. Un aspecto cuando menos singular para quienes, como nosotros, somos ajenos a estas costumbres.

Acre es una de las ciudades que más nos ha gustado, por sí misma y por sus gentes, por su historia, por lo gratificante de sus silencios y por la impasible presencia de sus murallas ante un mar mediterráneo que no se cansa de acercarse a ellas con insistencia.

Como invitados en la casa de una familia Palestina

Es hora de ir a dormir y experimentar, al modo de sus habitantes, unas camas-catre duras, pero acogedoras. Una estancia cuasi monacal, sin decoración, pintada en azul añil y con un cuarto de baño pequeño con una ducha integrada como un pegote necesario para que el turista no se asuste del todo.

Esta que veis es nuestra habitación y puedo afirmar que es una de las que más me han gustado de todo el viaje hasta este momento. Nuestros anfitriones, más que hospedadores, nos invitaron compartir su cena al anochecer, en la puerta de la calle, grandes gajos de sandía que estaban riquísimos. Para salir o entrar desde la explanada donde dejamos el coche era preciso atravesar algunas de las estancias particulares de la familia. Estaban, unos y otros acostados en sofás, o trajinando en la cocina, o haciendo cualquier otra cosa. Amables, sonrientes, naturales, fraternos incluso.

En la mañana del domingo día 9 de abril, dejamos las mochilas a cargo de nuestros anfitriones y nos fuimos a recorrer Acre de día, para ver los puestos, el mercado, la fortaleza y tomar de vez en cuando algunos de esos zumos naturales que te preparan en el momento. Imperdible la visita a la mezquita, nos colamos con un grupo de turistas y nos dio ocasión de conocerla por dentro, pero enseguida se dieron cuenta de que no teníamos mucho que ver con ellos y nos echaron. No importa, vimos que era una preciosidad y hasta nos dio tiempo a tomar alguna fotografía y jugar con los gatos que por allí había.

Mezquita de Akko

Una vez en el coche, paramos a las afueras de Akko, extramuros, para tomar perspectivas de la ciudad desde la playa.

Una vez más teníamos la sensación de dejar algo de nosotros allí y de llevarnos al mismo tiempo mucho más de lo que dejábamos.

Decepción en Nazarat y Tiberias

Antes de regresar a Tel-Aviv, donde queríamos pasar la tarde para conocer los barrios de la arquitectura más creativa. Hicimos caso al consejo que nos dio el taxista palestino y nos desviamos hacia el interior para visitar Nazaret y el lago Tiberíades, pasando por los Altos del Golán.

Desde nuestro punto de vista es totalmente prescindibles. Nazaret no tiene nada, los Altos del Golán son un lugar de peregrinaje para los israelís más nacionalistas y el lago Tiberíades viene a ser un centro de recreo de corte occidental donde se dan cita decenas de campings, restaurantes, hoteles y se practica todo tipo de deportes acuáticos. Era domingo y estaba literalmente invadido, abarrotado, circunvalar la carretera para salir de allí se convirtió en un desagradable recuerdo de un perfecto atasco de domingueros de fin de semana. Por lo tanto, perfectamente evitable, no nos aportó nada.

Ya puestos, y como nos pillaba de camino a Tel-Aviv, paramos para ver las ruinas romanas de Beit She’an, pero, francamente, a estas alturas y a esos precios ya no teníamos más apetito de ruinas romanas y lo que sí teníamos era hambre.

Aprovechamos la cercanía de la localidad donde se hayan estas ruinas y nos plantamos en un McDonald y nos pedimos un menú kosher, se trata de carne aceptada por las leyes del kashrut, es decir, los alimentos aceptados por los judíos para el consumo. No nos supo demasiado bien, todo hay que decirlo. Y, sin más, de regreso a Tel-Aviv.

Fin del Viaje

El viaje toca a su fin, pero todavía nos queda amortizar el sablazo que nos han dado por el alquiler del cochecito al que solo le hemos hecho 240 kilómetros. Siendo así nos dirigimos, ya anochecido, hasta la explanada de aparcamiento de coches de alquiler del aeropuerto de Ben Gurion, bien perpetrados de nuestras tarjetas de embarque, con el ánimo por las nubes, el cansancio por los suelos y los pies destrozados.

Pasamos la noche en el cochecito alquilado maravillosamente estacionados entre decenas de coches de alquiler hasta que, al amanecer, después de estirarnos como gatos, hicimos la devolución del coche. Desde allí nos llevaron en una furgoneta hasta la terminal de salidas internacionales del aeropuerto.

Ya es la hora, 8.56 minutos del lunes 10 de abril de 2023. Despegamos rumbo a Madrid, cinco horas de vuelo que tampoco nos servirán para descansar mucho.

Han sido once días recorriendo Israel y, sobre todo, Jordania. Diez noches durmiendo en diferentes ciudades, en los lugares más dispares. Cientos de kilómetros conduciendo y unas cuantas decenas andando, de ellos, las mayores palizas corresponden a Tel-Aviv, Jerusalén, Jerash y Petra (recorrido completo de ida y vuelta en medio día, eso sí, indeleble en el recuerdo).

Ha sido un viaje en el tiempo también, en muchos tiempos, una inmersión en otras culturas, en otras maneras de vivir, en una cotidianidad que nos ha resultado envidiable en muchos aspectos (hablo de Jordania), y con unos conflictos sociopolíticos y económicos muy notables, pese a los cuales, las gentes viven porque, al fin y al cabo, no nos queda otra que seguir viviendo a todos, pese a las circunstancias y con las circunstancias mismas.

Una travesía que os recomendamos.

Paco y Víctor

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Te recomiendo mi novela «A hostias con la Vida»  un relato conmovedor de amor incondicional, dolor inenarrable, y una búsqueda incansable por la identidad. Ambientada en el Madrid de la movida de los años 80, nos cuenta las vidas entrelazadas de Antonio Leal, un locutor de radio cuya voz encantadora oculta sus luchas internas, Román, un agente secreto cuya aparición en la vida de Antonio desencadena una serie de eventos que transformarán su existencia para siempre, y Kika, una mujer excepcionalmente libre en cuya existencia solo existe un apego indestructible, su hermano Tony.

A hostias con la vida, una historia de amor y muerte en el madrid de los años 80 . Autor Paco Pavón

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