La palabra haiku en japonés “俳句” o en español jaiku es un poema corto que se constituye a partir de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente(7-5-7). En la métrica japonesa se denominan moras que se cambian por sílabas cuando se trasladan a otras lenguas.
Adaptar la normativa tradicional del haiku a otras lenguas no es difícil pero sin duda el resultado se aleja mucho de lo que constituye la fuerza y la profundidad del ideograma.
En resumen, los haikus están hechos para existir con belleza y con fuerza; es decir, han de afectar profundamente al lector, tanto en su concepción poética como en su dimensión conceptual.
Siguiendo la tradición japonesa, la composición suele contener alguna referencia directa o indirecta a la estación del año, mediante el uso de una palabra que evoca las estaciones.
Los haikus libres, tienen todas las cualidades de los haikus tradicionales que pueden o no respetar la métrica o el número de versos.
Ejemplos de Haiku
Veamos un ejemplo en lengua japonesa y su traducción:
En mi opinión, aunque parezca un ejercicio meramente conceptual no lo es. Existe una connotación no solo poética sino también trascendental; de manera que se traslada al lector hacia evocaciones personales. Se establece también una ruptura que detiene el razonamiento lógico del proceso mental, por lo que su apreciación e intensidad vendrán dadas por la conexión psicológica o emocional del lector más que, repito, por su entrenamiento intelectual.
El haiku actúa pues como generador de emociones, ideas e imágenes que en su conjunto nos acercan a la sensación primigenia del símbolo.
Simbolismo al fin y al cabo que determina el grado en que la conciencia despierta a sensaciones ocultas del subconsciente.Este «despertar» es en esencia la ruptura que debe provocar el haiku mediante la yuxtaposición de dos ideas o imágenes, separadas por el elemento cortante, inconexo aparentemente.
De la misma manera, también es habitual que el autor acompañe el haiku con un dibujo sencillo y generalmente apenas esbozado o imperfecto.
Personalmente lo que siempre me ha gustado del haiku es su aspecto Zen, el golpe que bloquea lo evidente pero que da indicios de la verdad que no se dice, más allá de aquello que la razón no quiere saber está muchas veces aquello que el instinto reconoce como auténtico.
No es suficiente con ser ingenioso, es más bien, la capacidad de romper el pensamiento dualista; ya sabemos que el pensamiento dualista nos sitúa en ese umbral de lo conveniente que no nos atrevemos a traspasar.
Aquello del Maestro Deshan «¡Treinta golpes al que hable; treinta golpes al que no hable!»…ese toque un poco canalla es al fin lo que me resulta atrayente del haiku.
¿Probamos?
Azul adentro
no queda nadie aquí
un mar sin gestos
Saludos
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