Imagina que entras a una fiesta llena de gente conocida, música, luces y ruido. Cada persona lleva un atuendo extravagante, su propio disfraz de felicidad: algunos se visten con el disfraz del éxito, otros del amor romántico, la fama, la autoestima o el poder. Cada uno baila bajo la ilusión de que su disfraz demuestra a los demás lo feliz que se siente; pero ¿qué se dirían a sí mismos al final de la noche cuando la fiesta se acabe y todos se queden frente a su espejo interior sin sus máscaras? ¿Qué veríamos realmente?
Así es la búsqueda de la felicidad en la posmodernidad: una fiesta en la que muchas veces confundimos los disfraces de felicidad con la realidad íntima de cada uno de nosotros; pero tranquilos, ¡no estamos solos!
La filosofía práctica, nuestra vieja amiga desde hace siglos, nos ofrece claridad y descanso en medio del caos que sentimos disimuladamente.
1. Epicuro: ¿Es el placer el camino?
Epicuro, desde su jardín en la antigua Grecia, nos susurra que «la felicidad no está en los placeres exagerados, sino en la ausencia de dolor y en la tranquilidad del alma». En la posmodernidad, nuestra época de ingentes estímulos sin cesar, la felicidad se confunde con el placer, y para engañarnos, el placer que no felicidad tiene muchos disfraces: el último modelo de teléfono móvil, la comida más cara, las experiencias más exóticas, los viajes de moda… Epicuro nos recordaría que estos placeres son fugaces y que una felicidad duradera se encuentra en disfrutar lo sencillo, cultivar amistades y vivir con moderación.
Reflexión de filosofía práctica: ¿Estás persiguiendo placeres pasajeros mientras descuidas el disfrute de lo cotidiano? Tal vez, sea momento de bajar el ritmo y encontrar tranquilidad en lo que ya tienes.
2. Nietzsche: ¿El disfraz del conformismo?
En esa pista de baile que es nuestra vida, Nietzsche sería un invitado muy incómodo. Su famosa frase «¡Dios ha muerto!», no es un grito de desesperación, al revés, nos invita a tomar el control de nuestra existencia. Nietzsche denunciaría los disfraces de la felicidad, porque la felicidad no necesita disfrazarse de nada. Las ideas de éxito, fama, prestigio, riqueza o felicidad que nos venden las redes sociales, las marcas y los influencers son erróneas y perniciosas para nuestra salud mental.
Reflexión de filosofía práctica: ¿Estás siguiendo un guion que otros han escrito para ti? ¿Qué significa para ti ser auténtico y vivir según tus propios valores?
3. Heidegger: ¿Viviendo auténticamente?
Martin Heidegger, con su tono existencial, nos preguntaría: ¿Estás viviendo tu vida o simplemente dejándote llevar por el ruido de la fiesta? Para Heidegger, muchos de nosotros nos distraemos con los disfraces del entretenimiento, el trabajo o las expectativas ajenas, olvidando lo que realmente nos importa. La felicidad no es la alegría, ni la dicha, ni la suerte, ni la diversión, ni la risa, ni sentirse bien porque las cosas salen como queremos… no, la felicidad no es nada de eso, pero incluye todo eso.
Reflexión de filosofía práctica: ¿Qué te aleja de tus prioridades reales? ¿Qué decisiones podrías tomar hoy para acercarte a lo que de verdad valoras?
4. La Posmodernidad y la Trampa de los Disfraces
En la posmodernidad, vivimos en un mundo hiperconectado y saturado de información. Los disfraces de la felicidad son más brillantes y sofisticados que nunca: el perfil perfecto en las redes sociales, los likes, el éxito definido por el consumo y por la imagen de vida plena según los modelos de vida occidental; pero, como advirtieron los filósofos, detrás de estos disfraces muchas veces hay vacío, soledad, tristeza, frustración e, incluso, hastío vital.
Sin embargo, este no es un mensaje de desesperanza, podemos cambiar, puedes cambiar. La filosofía nos muestra que podemos buscar algo más genuino que nos acerque a esa vida buena que es diferente a la buena vida.
- De Epicuro, aprendemos a disfrutar de lo simple.
- De Nietzsche, a rechazar lo falso y crear nuestra propia felicidad.
- De Heidegger, a vivir con intención y autenticidad.
Conclusión: ¿Y tú, qué disfraz llevas?
La próxima vez que te encuentres persiguiendo algo que promete felicidad, pregúntate:
¿Es un disfraz o algo genuino?
¿Esto me acerca a una vida más auténtica o solo estoy siguiendo el ritmo de la fiesta?
¿Es esto realmente lo que quiero?
La felicidad no es una máscara que podamos ponernos, lo que nos ponemos es otra cosa, otros disfraces para disimular nuestra incertidumbre. Tal vez sea hora de quitarse todos los disfraces, mirarnos desde la desnudez interior al espejo del alma y empezar a bailar en otra fiesta, una fiesta al ritmo de tu propia música.
Filosofía práctica: Sentir felicidad es, muchas veces, simplemente permanecer en tu silencio. Paco Pavón
¿Qué opinas? ¿Qué disfraces de la felicidad has identificado en tu vida? ¡Déjamelo en los comentarios!
A veces pienso que la vida son altibajo, movimiento, errar, reflexión, dolor, pero sentir soledad desde que me conozco y vivir en un mar de gente ….qué es? Lo peor que poco me fio, será lo que me toco experimentar? Y quiero algo que yo sueño?
Muchas gracias por el comentario, Lelia. Confío en que podamos conversar acerca de estas apreciaciones, reflexionar sobre las perspectivas vitales y comprender las experiencias por las que vamos atravesando. Un cordial saludo y muchas gracias por tu comentario. Paco