…Había pensado en adquirir una nueva edición de La Bola del Mundo, pero he desistido. Disponemos de tantas actualizaciones de todo a cada momento que así no hay manera de hacerse con un Mundo que merezca la pena.
Decido quedarme con esta de los años 60, al fin y al cabo sigue dando vueltas (aunque se atasca) y la configuración general no parece haber cambiado mucho (aunque se atasca). Además conserva un no sé qué de estabilidad inútil.
Estoy convencido de que las bolas del Mundo son inservibles, pero son y siempre han sido desde que el hombre dejó de ser hombre para convertirse en tribu. Los continentes parecen no haber variado mucho. El Contenido en general es aceptable, al fin y al cabo sigue siendo un planeta donde se puede sobrevivir; pero los contenidos particulares se me figuran cuando menos cuestionables. Quizás siempre lo han sido y sucede que de vez en cuando nos paramos a pensar en ello.
De Animales a Dioses
Miro esta bola del mundo de entonces y comprendo que pese a todo el ser humano es capaz de evolucionar e involucionar a una velocidad de vértigo según las circunstancias y las coyunturas. Como explica Yuval Noah Harari en su libro «De animales a dioses», cuya lectura recomiendo, la evolución actual del ser humano parece dirigirse hacia ese probable estado consciente de creernos dioses. No dudo de que sea así, ha habido muchos semi-dioses en la historia además de los habituales; luego, están los dioses. Si bien no es menos cierto y tampoco se aleja de la evolución actual del ser humano recorrer el camino inverso, es decir, dirigirnos individual y colectivamente «De dioses a animales» en un proceso de involución cuyos ejemplos hoy día son más que evidentes.
Lo que cabe preguntarse es si, pese a las circunstancias, las coyunturas socio-económicas, las religiones y las divisiones geopolíticas; nosotros, individualmente y como sociedad, somos mejores. Me mostraré amable diciendo que somos distintos porque somos otros…y que el desarrollo de las nuevas tecnologías y su aplicación práctica pueden utilizarse globalmente con el mismo doble filo que cada uno de nosotros albergamos. Esto mismo podía suceder , y sucedía, en aquel Mundo de mediados del siglo pasado, aunque suponía a todas luces una globalización con menos seguidores y menos llamativa, sin duda.
Somos seres extraños
No me extraña que la luna siga dándonos vueltas y se empeñe en no mostrarnos su lado oculto; no creo que vaya a sorprendernos; a nosotros, que fuimos, pisamos, dejamos restos y no hemos vuelto.Somos seres un tanto extraños, incluso diría que poética o dramáticamente oscuros. Pero bueno, nada parece ser imperecedero, y aquí estamos…evolucionando como siempre, desde las cavernas hasta los dioses de aire y barro, dejando constancia inmediata de quiénes somos y de qué estamos haciendo, y sin tener ni puñetera idea de hacia dónde vamos.
Creo que Galileo se equivocó con el asunto este de que no éramos el centro del Universo y de que todo giraba en torno a nosotros…si conociese Internet y las redes sociales estoy seguro de que se retractaría.
Qué interesante la Bola del Mundo de los años 60, por cierto.
Saludos.
Paco Pavón– 2017
Te recomiendo mi novela «A hostias con la Vida» un relato conmovedor de amor incondicional, dolor inenarrable, y una búsqueda incansable por la identidad. Ambientada en el Madrid de la movida de los años 80, nos cuenta las vidas entrelazadas de Antonio Leal, un locutor de radio cuya voz encantadora oculta sus luchas internas, Román, un agente secreto cuya aparición en la vida de Antonio desencadena una serie de eventos que transformarán su existencia para siempre, y Kika, una mujer excepcionalmente libre en cuya existencia solo existe un apego indestructible, su hermano Tony.
No quiero ni imaginarme como de parado se quedaría Galileo si escuchara la teoría de la Tierra plana y de que «todo» gira alrededor nuestro. Sería divertido verlo. A mi sinceramente no me quita el sueño la forma o el grosor del planeta, bastante tengo con lidiar con mi propio mundo interior y exterior.
Si cada persona escribiéramos nuestras vivencias una vez alcanzada cierta edad, se formaría una increíble y magnifica biblioteca. Auténticos bels sellers, porque seremos muy poquita cosa, insignificantes más bien, pero si te alzas unos metros del suelo y miras hacia abajo, tu vida, la de otros y la de la humanidad entera, ves belleza, a pesar de toda la violencia y las injusticias.
He venido a ver si habías escrito algo en tu blog porque el otro día vi un vídeo en Youtube y salía un hombre que se parecía a ti y me acordé, así que me dije, en cuanto tenga un momento voy a ver que tal lleva la nueva novela.
Saludos.
Querida Carmen, muchas gracias por tu visita y por tu comentario. La segunda novela ya está terminada a la espera de que sea publicada por la editorial. En estos momentos estoy finalizando la última parte de la trilogía de Paradigma.
Lidiar con nuestros propios mundos, interiores y exteriores, es, en esencia, la finalidad de nuestra existencia que, como bien dices, tiene en cada persona un mundo real, otro imaginario y otro literario. La novela de las vidas, las historias de vida, la supervivencia… Galileo no se sorprendería de la estupidez humana porque es una constante a lo largo del proceso civilizatorio del ser humano como sociedad, como colectivo, como grupos de gran complejidad; Galileo, probablemente, constataría la poca consistencia de nuestras creencias y de nuestros modernos sistemas de valores… sea como fuere, dices bien, a pesar todo hay belleza, una belleza sencilla en las cosas y sucesos cotidianos a los que hemos dejado de prestar atención.
Un cordial saludo.
FJ Pavón.